lunes, 4 de diciembre de 2006

La cabeza, cap 1.

Con el aire sostenido por ese instante, el cuarto oscuro y el frío que subía de las escaleras, era imposible aguantarse. Llevaría Carmen las manos al estómago, escupiría las ganas de llorar, se le soltaría alguna vergüenza. Eran sólo los dos y la visión que se repetía pesaba demasiado, asfixiaba como una serpiente que sale de adentro. Alguien – uno de los de la universidad quizás, un maldito ocioso – les había enviado el “dvd” en una cajita pequeña, envuelta con cabellos azulinos y teñidos de un rubí mortecino, demasiado parecidos a los cabellos de Carmen.

El vídeo mostraba la toma fija y ennegrecida de un ático. Si no fuera por los muebles de mimbre y los abrigos empolvados, Fernando también pensaría que era el suyo. Tal vez era el suyo, años atrás. En la tapa del cd, estaba impreso con leterín: “el futuro sin cabeza”.

Ahí está – dijo Carmen, como llorando, haciéndose la valiente sin poder convencer. Ahora llevaría las manos al vientre, ahora reventaría – Ahí está, yo no me la creo – sancionó.

En la pantalla, una sombra pequeña subía por sobre la puerta abierta del ático, pequeña parecía, pero crecía extrañamente; no debería ser un hombre pero finalmente terminaba constituyéndose como tal: un hombre grande. Más que crecido, se podía decir que estaba algo así como inflado.

Su cabeza se desprendió – en la sombra – y empezó a flotar.

Pero no era eso lo que hacía que Carmen apretase las piernas para no dejar ver el pis. Era la risa, aguda, burlesca, parecida sin duda a la de Justo, el padre de Fernando. Y cuando Carmen vió la cara de Fernando, el miedo se le confirmó.

Aflojó su vientre para llorar y el pis le mojó los calzones. Fernando no dijo nada.

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