miércoles, 18 de julio de 2007

Manuscrito hallado en un huevo extraterrestre:

Manuscrito hallado en un huevo extraterrestre:

Qué caída. Y decían que Lucifer se iría con nosotros, pero nada, el vino para hacernos retornar, no para caer como seguimos cayendo. Plomo y roca astral que se desenreda hacia el vacío, mente ignorante y sucio cuerpo sin ansia de trascendencia, eso es el hombre, ser vil, la misantropía es un estado iluminado.

Lucifer, la Estrella, la Tea, el Primer Guerrero, el Portador, uno de los favoritos.

En realidad era un alma sin carne y de mirada seria que haría que todos nosotros temblásemos de pavor ante esa Presencia, ante esa falta de manchas, ausencia de errores que nos producía pánico y nos recordaba a las épocas en que el atardecer verde, lila, purpúreo o amarillento de otros mundos era fruto de nuestro hilvanar, a esos días inmensurables donde de nuestros miles de dedos chorreaba la vida como si todo tuviese solo un principoio y nunca jamás - en abosluto - un fin. Qué era mejor? La hermosa paz etérea del Protokosmos o ésta libertad promiscua y cruel que elegimos? Ese deseo de vida ininterrumpida o este ardor que nos impulsa a la muerte dolorosa? La tarea interminable, ardua y enorme de cuidar el Pluriverso? o el letargo placentero de las groseras parrilladas en el patio de nuestras pocilgas?.

Algunos quisieron hacernos creer en la Nada Absoluta, tuvieron esa sinverguenzura.Hassemjá, Hassajás, los suyos. Cerdos. Pero la Nada, ese motivo fascinante y horrible por el que nos rebelamos, la Nada no existe. Te rompe la cabeza, te mata el corazón pero la Nada no existe. El Todo está ahí, todo el tiempo, hacia adentro, en el divisible misterio infra atómico y hacia afuera, en el perfecto Pluriverso Multidimensional, los dos polos me atormentan. Eternidad y Disolución. Siempre y nunca. A sólo uno de ellos podemos enrolarnos. Me enrolo al Siempre.

Lucifer estuvo en India hace mucho tiempo, azotó con flechas a los rebeldes, liberó con miel y rosas a los arrepentidos. También lo sentimos con su fuego y sus trinches en Grecia, en Israel, de nuevo en India, entre los incas, entre los mayas y aztecas, entre los revolucionarios, entre los nazis. Dicen que curaba a los redimidos con un sólo soplido en el rostro, que hacía que los niños bebiesen agua de piedras para recuperar su Dragón Interno, que cuando había que destruir una Babilonia nadie mejor que él para izar las banderas rojas.

Lo vimos. Fue Hipollita, fue Abaddón, fue Elías, Moisés, Thunupa, fue Hijo de Hombres. El alma de Lucifer siempre encontró carnes para volver a alzarse, su cuerpo murió tantas veces, tantas, pero siempre ascendió, siempre. Volvió millones de veces, retornó para que nos despidiésemos de esa idea fútil, esa vanidad de creer que estábamos mejor en la Nada que en el Protokosmos.

Qué caída. Ahora nosotros comemos hamburguesas, nos rascamos la panza, seducimos a la vecina, soltamos espermatozoides y orgasmos en el mejor culo que encontremos, y en el peor también. Insultamos a nuestros padres sin ninguna conmoción, hay gente que ha matado a sus hijos, hay quienes de haber podido hubiésemos vivido toda la vida robándole a otro. Robándole la plata, robándole la bilis, la mujer, robándole el aire, el cuerpo, la esperanza. La plata. Robándoles los juguetes que caían de las piñatas y que por destino eran de ellos.

“Gimme crack, anal sex”, dice una Profecía Cohen. En cada uno de nosotros existe una porción de Lucifer, del Fuego, pero preferimos mantenerla adormilada, entumecida, es mejor, menos cuestionamientos, más vida, más fines de semana, más vacaciones, más dinero, más chotas, más matrimonios, más cojudísimas iglesias, más Vaticano, más Evangelistas tarados y Budistas borrachos.

El día que sea consciente del enorme mal que significa matar un renacuajo, me vomitaré hacia adentro, yo seré el Rebelde, me percataré de mi repugnante tibieza y comodidad.

Un amargo sabía que el cuerpo es como una antena. El incrédulo descree porque esa es su estúpida venganza contra el caosde un universo triste que no se puede concebir. La muerte. Que será de la risa maravillosa de mi hija una vez que yo muera? Cómo veré, dónde oiré de nuevo esa risa?. Dónde habrá algo más bello y sempiterno que ese instante?.

Ya no quiero dormir ni comer, no quiero trabajar. El trabajo es la peor cárcel. Ya no quiero perder el tiempo. Quiero ver a mis hijos, jugar con ellos, extender la mano fuera de la lluvia y pedirle al Olimpo una canasta inagotable, llena de papas, panes, quesos, quinua y paltas. Extender mi alma, como una antena de cristal y colores puros que se alarga hacia los Soles, como una lanza que atraviesa sin miedo el pecho del Inmundo.

Libertad, mis fieras? Libertad es ésto? Craso error. Dónde estás ahora Fuego? A qué pueblo te ha tocado liberar? En qué parte del mundo has reencarnado? En USA? Se irán al infierno los gringos? En dónde duermes, bajo que misterioso nombre te disfrazas? A quiénes abrirás las puertas del Helio? a quiénes la puerta del Indus?.

No me hablen de fines y de Nadas, ni de muertes, que me cago del miedo, que las odio con todo mi ser.

Dónde estás Luz de La Managda?

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