BOLIVIA EN LA CRISIS COVID 19:
CONSIDERACIONES PARA “APRENDER” DE LA PANDEMIA
CONSIDERACIONES PARA “APRENDER” DE LA PANDEMIA
Romeo Marta
Comunicador Social
21 marzo 2020
Un virus insospechado, que genera
muerte y angustia en todo el mundo, ha llegado a nuestro país. Todos los
bolivianos nos preguntamos cuál puede ser el mejor camino, la vía más efectiva
y pertinente para frenar la expansión masiva de contagios y, claro, para evitar
que nuestras familias y seres queridos se vean afectados.
Esta preocupación es de orden global,
pero en nuestro país se da en un contexto posterior a convulsiones políticas y
sociales que han afectado a diversos sectores y que mantienen encendidos conflictos
entre otros. La carencia de unidades de terapia respiratoria suficientes en los
centros de salud, las condiciones agravadas por dificultades respiratorias inherentes
a ciudades altas, como La Paz, Oruro y Potosí, el ingreso reciente a las
estaciones frías, sumándose a las condiciones citadas, pueden ubicarnos en uno
de los contextos más vulnerables de la región para enfrentar la pandemia.
Estadísticamente, si el virus se
transmite libremente, los 25 casos actualmente detectados se duplicarían cada 2
a 3 días[1].
En teoría, sin medidas preventivas y de emergencia, en poco menos de 2 meses
podríamos tener a toda la población nacional afectada. Con esa suposición, es
oportuno analizar lo que está pasando en el resto del mundo. Ver cómo algunos
países han afrontado e irán saliendo, lentamente, de estas crisis y,
aprendiendo también de los errores, considerar hacia dónde no deberían
orientarse las medidas y acciones que, a estas alturas, serán transcendentales.
Factores de éxito y de “fracaso” frente al Coronavirus
COVID 19.
Las estrategias gubernamentales
de los países que han logrado reducir la tasa de mortandad por el COVID 19, a
niveles bajos (p. ej. Alemania, que la mantiene en el 0,3%), se han basado
principalmente en determinaciones transparentes y muy anticipadas[2],
que han apoyado a generar una voluntad comprometida, solidaria y co-responsable
en su gente, difundiendo el mensaje de que “el problema es grave”, pero no es solo
“de unos cuantos”, sino de absolutamente toda la comunidad. Una de estas
medidas consiste en el distanciamiento entre personas, que involucra
cuarentenas en algunos estados, y medidas para evitar el contacto, en otros.
En un motivador discurso, la
canciller alemana, Ángela Merkel, ha señalado a la población de este país: “esto
es un problema serio, por favor tómenlo en serio. (…) No estamos condenados a
aceptar pasivamente la propagación del virus. Tenemos una solución, por
consideración al otro, mantengamos la distancia (…) no más apretones de manos,
lávense las manos con frecuencia y, preferiblemente, tengan apenas contacto con
los más ancianos”[3].
Analizando las noticias, comunicados
y entrevistas que están circulando tanto a través de medios informativos, como
de aquellos más informales y de las redes sociales, dos parecen ser los
factores de éxito que están generando un impacto positivo al controlar la propagación
del COVID 19:
- 1. Saber detectar, tempranamente, a las personas contagiadas. Esto a través de miles de exámenes y tests diarios. Para realizarlos, se analiza cada caso previamente, tomando en cuenta si la persona ha tenido contacto que viabilice el contagio, o si los síntomas son evidentes.
- 2. Convencer a la población, oportunamente, de lo imprescindible que es realizar cuarentenas, comprometerse a acatarlas, reducir la movilidad humana y mantener estrictamente la distancia entre personas. En el caso de Latinoamérica en general, y de Bolivia en particular, es necesario organizar cuidadosamente el abastecimiento de artículos de primera necesidad, determinando instrucciones y normas muy claras, para que la población sea capaz de sujetarse a ellas y, asimismo, no se vea perjudicada en la provisión de víveres y cuidados a sus familias.
Según información de la red BBC
(Londres), Alemania está realizando 180.000 tests por semana (más de 20 mil
diarios), Corea del Sur realiza 20 mil y Reino Unido ha comenzado a testear 25
mil personas por día. En Bolivia, si siguiésemos un protocolo similar, en pocas
jornadas podríamos tener a la población urbana testeada casi en su totalidad[4].
Corea del Sur ha implementado un sistema on line, a través de una aplicación
digital que alerta de personas con contagio que puedan estar a poca distancia
(la app se llama “Corona 100m”). _Es una medida bastante intrusiva, para un
país que se ha manifestado usualmente en contra de esto, pero está funcionado. Asimismo,
las personas con síntomas envían sus datos a las unidades médicas
especializadas y, en caso necesario, se toman muestras de esputo y otras en
lugares alejados de los centros poblados. Los resultados del test se proveen a
través de la misma app[5].
Examinar, diagnosticar
y aislar, con el monitoreo médico que corresponde, es uno de los
procedimientos más exitosos en estos países que, probablemente, superarán la
etapa crítica del COVID 19 disminuyendo los impactos más negativos, como son la
muerte y padecimiento de miles de pobladores, con el subsecuente colapso de los
sistemas de salud. Empero, las diferencias con la cantidad de unidades
hospitalarias disponibles para los pobladores en estos países, son radicales
frente a la realidad boliviana.
Por ejemplo, Alemania
cuenta con más de 25 mil unidades de terapia respiratoria y está buscando
adquirir 10 mil adicionales[6].
Bolivia solamente tiene un poco más de 250 de aislamiento y 35 de terapia
intensiva[7],
sumadas entre las de acceso público y privado. Para casi 3 millones de
habitantes, en del Departamento de Santa Cruz, solo hay 21 respiradores
artificiales disponibles[8].
Justamente, esa imposibilidad de atender muchos casos repentinos que
necesiten hospitalización, convierte en urgentes todas las determinaciones para
evitar el contagio.
Sin embargo, siguiendo lógicas y
urgencias particulares, otros países han probado disminuir su atención a los
efectos sobre la salud y mortandad de sus pobladores. Se han focalizado, en
cambio, a tratar de paliar los “impactos económicos” que, paralelamente, están
siendo y van a ser agudos.
Una de las estrategias que ha
sido más criticada por la comunidad científica internacional es la de Reino
Unido[9].
Hasta hace poco, su política de aminorar los severos impactos que tendrá el Coronavirus
en la economía buscaba eludir las cuarentenas y aislamientos. La idea,
propuesta a principios de marzo, esperaba que a través del contagio y
re-contagio la población genere una “inmunidad social” o “inmunidad de rebaño” con
el tiempo.
El portal de Noticias de Naciones
Unidas señalaba el 17 de marzo: “Líderes de la OMS en Europa advirtieron
este martes que permitir que el coronavirus COVID-19 circule para que una gran
parte de la población se contagie y logre la inmunidad, como ha sido sugerido
en países como el Reino Unido, no es recomendable en este momento (…) el
director regional de la OMS reiteró que la única estrategia que deben
implementar los países sigue siendo la misma. ´Hay que identificar los casos,
rastrear los contactos y contener y suprimir el COVID-19 para aplanar la curva
y dar tiempo a los sistemas sanitarios a responder”[10].
A la fecha, nada garantiza que
las personas contagiadas puedan generar suficientes anticuerpos para ser inmunes
frente a un nuevo brote o contagio. No existe esa certidumbre, ni en Reino
Unido ni en el resto del mundo, y podría ser una estrategia destinada al
fracaso, que lo único que lograría es una diseminación más alarmante y una
saturación problemática de las atenciones médicas.
Es imposible ignorar lo que podemos
aprender de países que han hecho frente a los casos que provenían de China, nación
dónde se originó la epidemia y que ha tenido en los últimos años un frecuente
intercambio de personas con Bolivia. El New York Times[11]
habla sobre la estrategia de Singapur para frenar la curva de contagios: “Cuando
los rumores de un misterioso virus comenzaron a circular en China a principios
de año, Singapur se movió con rapidez (…) Los escáneres térmicos medían las
temperaturas de todos los que llegaron al país (sobre todo, provenientes de
China continental). En una nación de 5,7 millones de residentes, Singapur
desarrolló rápidamente la capacidad de administrar pruebas de coronavirus a más
de 2.000 personas por día[12]”.
En el contexto actual, la labor
de medios y profesionales en comunicación es decisiva. Sin información oportuna
y adecuada, sin parámetros que permitan interpretar los datos y efectuar una
discriminación científica y rigurosa de las fuentes, lo único que se va a
generalizar es el caos, el pánico y los problemas sociales. Este agravamiento
solo es proclive a diseminar el contagio y a generar incertidumbre sobre cómo
afrontar la enfermedad.
Definitivamente, a las y los
comunicadores nos toca asumir un rol de mucha responsabilidad, quizás como
nunca antes. No es un momento para agravar la visible incertidumbre y sí para
informar adecuadamente. En estos casos, la Comunicación asertiva salva vidas
y debe consolidarse en el canal más efectivo para fortalecer un sentido
comunitario en todos los estratos de la sociedad y aminorar conflictos que, al
menos temporalmente, necesitan ser abordados como secundarios.
Lecciones aprendidas para
Latinoamérica
Persiguiendo un escenario
optimista, en el que Latinoamérica asumiría el compromiso de velar no solo por
su familia y bienestar personal, sino por el de todos sus conciudadanos, quizás
podremos evitar una cantidad significativa de muertes y el desborde sistémico
de los centros de salud.
Varios países latinoamericanos
han empezado a enfocarse en la realización de detecciones tempranas para luego
aislar los casos confirmados. México fue el primero y cuenta ahora con un
protocolo para diagnosis en 32 centros de su red nacional de laboratorios.
Chile ha fortalecido la vigilancia para detectar rápidamente cuadros
respiratorios en todos sus hospitales. Desde principios de febrero, Colombia
cuenta con un test para detección temprana a todas las personas que ingresan a
este país. Es claro que los países cuyos gobiernos asuman las implicancias y
realicen inversiones inteligentes, tanto en infraestructura como en desarrollo
de capacidades y seguridad para sus profesionales de salud, son los que saldrán
mejor “parados” de esta dura etapa.
No es necesario preguntarse angustiosamente: “¿en qué
invertimos como país, entonces?”. Los países citados anteriormente ya nos han
dado la respuesta: 1. garantizar la ejecución de tests de alerta temprana, para
identificar casos con riesgo de contagio (y, en nuestro país, asegurar que el
testeo se realice de manera descentralizada para consolidar su efectividad), y
2. asegurar que la población pueda quedarse en sus domicilios el mayor tiempo
posible, disminuyendo la movilidad y guardando distancias prudentes entre
personas.
Es claro que las cuarentenas
no se pueden sostener permanentemente, pero es necesario realizarlas en este
momento para evitar rangos elevados de contagio. Posteriormente, se puede
evaluar los resultados y/o la pertinencia de nuevos periodos de aislamiento,
por turnos, o por zonas de riesgo, etc. La comunicación de la logística y
normativa para la población debe ser, en todo caso, muy precisa, especialmente
en lo relacionado al acceso a víveres y medicamentos.
Este último punto, implica
obviamente que la población aislada tiene que estar fuerte, estable y bien
nutrida para poder ser resiliente. Particularmente en Latinoamérica, la
orientación de las medidas públicas debería dirigirse a la prevención y
detección temprana, pero en una consideración muy realista y pragmática de las
condiciones económicas y sociales de cada familia. De nada servirá “salvar” a
las personas de una pandemia viral sí, paralelamente, se deja que mueran de
hambre o de la exacerbación de otras enfermedades.
Para ejemplificar otro abordaje:
pese a la criticada intención de generar una “inmunidad social” en Reino Unido,
el gobierno asumirá el 80% de los honorarios de todos los trabajadores que no
están ejerciendo funciones, al menos hasta que pase la fase más dura del COVID
19. Algo digno de, en la medida de lo posible, replicar.
¿Cómo va a ser un mundo Post-covid?
En estos pocos meses, y
especialmente en países como Italia con más de 5.000 fallecidos[13],
el COVID nos está “enseñando” que es vital implementar un conjunto de nuevos
hábitos. A nosotros, los latinoamericanos, que somos tan expresivos en nuestros
saludos de “apretón, beso y abrazo”, nos está enseñando que eso tiene que
cambiar. Y sin vueltas atrás.
El virus nos está “obligando” a
saber que, ahora, el principal acto simbólico de amor es mantener la distancia
entre humanos. Como ahora arengan miles de alemanes: “Si amas a tus abuelos,
no dejes que se junten con tus nietos”, o como canta la frase inspiradora de
los italianos “nos distanciamos hoy para abrazarnos mañana”.
Es seguro que, aún contando con
una vacuna universal (de aquí a 1 año o más), estos nuevos hábitos se
mantendrán por mucho tiempo. Aprenderemos e internalizaremos ese aprendizaje,
no solo para mantener distancias prudentes, sino para protegernos mejor a
través de una higiene minuciosa, que implica el lavado de manos como práctica
prioritaria, pero que, además, involucra una serie de nuevos rituales
cotidianos. Desinfectar los zapatos o dejarlos fuera de casa, evitar la proximidad
entre niños y personas de la 3ª edad, especialmente en estaciones que son
proclives a gripes virales, y un sinfín de nuevas prácticas tendrán impacto en
nuestra forma de ver el mundo, las relaciones sociales, y también la manera en
que estamos haciendo algo, o casi nada, para cuidar nuestras fuentes de agua y
el medio ambiente en general.
Una gran parte de estas formas
parasitarias de vida, los virus, tienen un origen animal[14].
Usualmente, pueden “saltar” de otra especie hacia la humana y es allí donde
mutan y se convierten en patógenos. Priorizar la industria y el consumo de
bienes a gran escala, en detrimento del cuidado de hábitats naturales, ha sido
un abismal error y la Naturaleza nos lo está demostrando drásticamente.
Las nuevas visiones y comportamientos
que, por un lado, pueden resultar cansinos o hasta pecar de “paranoides” para
algunos, de ahora en adelante implicarán nada menos que la supervivencia de la
especie y de nuestro entorno. Es posible, además, que una vez termine esta
primera fase crítica y se extienda una vacuna universal, mucha gente volverá a
“acercarse” y eso puede implicar un “mini baby boom”. Es decir, en unos cuantos
años, un ligero crecimiento poblacional.
Acciones y medidas oportunas
No solamente estas costumbres
serán las que se instauren en la vida del “Mundo Post COVID”. En este ámbito, es
necesario volver a hablar del tema económico, de los efectos e impactos que va
a tener el virus tanto a nivel global como en Latinoamérica. Es seguro que,
pese a todas las medidas que se están asumiendo, los impactos económicos
alcanzarán al continente de forma más radical que a los países
industrializados. Esto debido a que formamos parte de un bloque regional cuyo
rasgo común es la pobreza, y a que la economía nacional depende, en gran parte,
de actividades informales como la producción minorista, el comercio o los
pequeños/medianos emprendimientos.
En ese análisis, percatarse de lo
frágil e insuficiente que es nuestro sistema de salud, es un primer paso,
quizás muy tardío, pero primer paso al fin. Esto representa la urgencia de invertir
como nación en equipamiento e infraestructura, pero también de contribuir a que
los profesionales del área estén suficientemente preparados para riesgos de
salud de alcance mundial.
Además, implica que el personal
médico no tenga que sentirse “forzado” a efectuar atenciones a enfermedades
graves sin contar para ello con estrictas medidas que garanticen su seguridad y
su vida. Parece claro, entonces, que una de las primeras acciones que asumirían
los países será invertir en sus profesionales, equipos e infraestructura de
salud. Esto supone, consecuentemente, relegar otros temas en la lista de
prioridades. Uno de estos podría ser el sector laboral y el productivo.
Hace 2 semanas, algunos análisis prematuros
estimaban que cerca de 25 millones de empleos podían estar en riesgo frente a
la pandemia[15].
En Bolivia, el peligro para los modos de vida es muy severo, porque un gran
porcentaje de los pobladores subsiste “día a día”, sin percibir salarios ni
gozar de beneficios sociales. Esto significa que, si miles de bolivianos no
trabajan hoy, mañana no tendrán que comer y, para evitar que eso suceda, las
políticas públicas deberían tener consideraciones pertinentes en cada caso.
El “plan de rescate” que se está
negociando ahora mismo en Estados Unidos, asciende a 1 trillón de dólares. El
Banco Central de la Unión Europea planea lanzar 750 billones de Euros en un
programa “de estimulación” que también incluye bajar tasas de interés bancario
casi a cero. Planes como estos, que involucran inversiones gigantescas, son inalcanzables
en nuestro país. Por ello, y en cuanto esté a nuestro alcance, es necesario
reforzar los sistemas de alerta temprana y detección, ahora. Al mismo tiempo, es
crucial que las y los bolivianos asumamos el compromiso de no salir de casa en
este periodo y, especialmente, el de ser solidarios con poblaciones de escasos
recursos.
Está comprobado que la
única forma de impedir que colapsen nuestros sistemas de salud es que solamente
1 de cada 8 (y mejor, 1 de cada 20) personas se movilice 1 vez a la semana para
adquirir víveres, medicamentos[16],
etc. Se calcula que la Pandemia puede alcanzar a 6 a 7 millones de bolivianos
muy rápidamente. Si seguimos medidas preventivas, probablemente esto tenga
lugar en el periodo de 1 a 2 años. Caso contrario, tendremos un enorme
porcentaje de población con necesidad de atención hospitalaria y alto riesgo de
muerte (casi 300 mil personas).
Sin este compromiso establecido y
acatado, sin priorizar el aislamiento colectivo ahora, los riesgos son
imprevisibles y pueden ser funestos. En el tiempo de arrepentimientos que puede
darse luego, no habrá mucho más que hacer que eso: arrepentirse. Quejarse como
los pobladores de Italia y España están ahora lamentando no haber seguido
estrictamente las normas y hábitos sociales que son imprescindibles en el Mundo
Durante y Post – Covid: quédense en su casa, lávense las manos y mantengan
distancia prudente con otras personas.
[1] Mapa
de casos confirmados de COVID-19 de la OMS (en inglés)
https://experience.arcgis.com/experience/685d0ace521648f8a5beeeee1b9125cd
https://experience.arcgis.com/experience/685d0ace521648f8a5beeeee1b9125cd
[2] Coronavirus:
¿por qué Alemania tiene un número tan bajo de muertos por covid-19 en comparación
con otros países?
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51980118
https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51980118
[4]
Los centros urbanos y periurbanos son los que aglutinan a más del 70% de la
población y, por lo tanto, los más vulnerables a expandir progresivamente el
contagio.
[7] Hay
145 camas de terapia intensiva en el sector público para 5,6 MM de personas https://www.paginasiete.bo/sociedad/2019/6/2/hay-145-camas-de-terapia-intensiva-en-el-sector-publico-para-56-mm-de-personas-219883.html;
Un sistema precario contra un virus “inteligente” https://www.paginasiete.bo/ideas/2020/3/22/un-sistema-precario-contra-un-virus-inteligente-250169.html
[9] Coronavirus:
la "inmunidad del rebaño", por qué cientos de científicos critican la
estrategia del gobierno británico ante el covid-19 https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-51893620
[11] https://www.nytimes.com/es/2020/03/18/espanol/mundo/coronavirus-cuarentena-hongkong-singapur-china.html