domingo, 29 de abril de 2007

Cinco noches




4. Días sin dormir. ext ra ño. Ayer veo.

Increíble como entre el calor y el surazo de noche uno puede percibir su cuerpo salirse, de su cuerpo. Sus casillas abandonadas, me salí, ser irreal y hecharle la culpa a las neuronas irritadas y a la migraña. Ver que uno sostiene una cerveza en su mano y verse a sí mismo hablando sobre cumbia colombiana, mientras su cuerpo real acaricia la carne muerta sobre la parrilla, comparte con la vaca esa soledad. Un cementerio de almas que dá vueltas alrededor del tejeyeque y toma jugo de copoazú como si el fruto estaría abierto. Un hambre astral insaciable.

4. El quinto ya no. se me cie r r an. no lo puedo sostener. dice q te vuel ves loco. loco

H. vá a cruzar el río. La moto nos sostiene apenas. Veo que el puente elegido es un mapajo partido en dos, un tronco que ya tiene hongos y sobre el que ha llovido muchas noches. Al otro lado ya pasamos las cosas a pie. El puente no va a agunantar la moto más, son 11 metros casi. H. insiste. Yo voy a pie. "Abrí los ojos", le digo, "si no no vas a ver por dónde cruzas", "nada" me responde el terco, "yo paso así todos los días". H. cruza a toda velocidad, ya casi llegando, el puente se mueve, se tambalea, pongo los pies sobre el mapajo para que no se caiga. H. hace un último esfuerzo y pasa rozando la orilla del puente, con la llanta delantera levantada, se cae al otro lado, dá dos vueltas sobre la moto. Está bien, se caga de risa.

Pero el mapajo se cae al río. Yo me quedo de este lado. Mierda. Al otro lado está el sleep bag, la linterna, la comida. H. me mira con cara de miedo. "No te preocupes choco", vamos a dormir aquí hasta que baje el río. Aquí hay tigres, pienso. Al otro lado está el rifle también. Mierda.

5 días. pensé que no podría. ex tra ño. a mi hija extraño. son 5 noches, mis ojos dos bolsas, mi alma en otra parte.

viernes, 27 de abril de 2007

Black Hole Sun

Hace tiempo vino el sol negro. Ese sol nos trajo las noches. Cuando la Muerte vea el final del universo, soñará con nacimientos y luz. Ayer, un budista tomado nos dijo que lo que más le aterraba era pensar en que quizás no había trascendencia. Aterrador. Reencarnamos en vidas horribles para ser comidos y pisoteados igual que aquellos a los que tragamos y pisamos. Una vida dura la que le tocó a este pueblode humanos que vive bajo el sol negro.

Bolivia es extraña, un país cercano al sol. Lleno de borrachos violentos y mujeres cansadas de luchar contra esa borrachera. Un país para olvidarse de que uno existe y para perder todo sueño. Un país de comunistas empresarios privados, narcotraficantes que gobiernan, clases medias que penden de un hilo. Gente sin comida que tiene casas y terrenos y gente que come como rey y tiene todo hipotecado.

Hace tiempo, en Japo también, vino el sol negro. Hay un museo en Japo que tiene al Adán Potosino casi embalsamado. Los más ancianos de ese pueblo - donde es imposible correr y menos respirar - dicen que poco a poco ya estamos olvidando a esos antepasados. Sus ruinas preincaicas son tan viejas que los ancianos cuentan que esos predecesores vivieron antes de que el sol brillase. Ellos vieron al sol nacer. Quizás fue una época de soles negros también.

Ahora estoy en medio de un surazo, en Chimoré. Mi cabeza está llena de dudas y temores, ahí también existe un eclipse imborrable. Tengo un sólo amor en la vida y un miedo a morir que crece terriblemente. Alguien, debería, como por piedad, con magia, sacar, este, sol, malditamente, negro... de nuestras vidas.